Este tipo de atención permite que surja una conciencia no enjuiciadora que acepta todo lo que va surgiendo momento a momento, tal y como es, sin querer cambiar nada de la experiencia.
Durante gran parte de nuestro tiempo nuestra mente se encuentra atrapada en pensamientos del pasado o del futuro que generan preocupación o en emociones que nos arrastran y abstraen del momento presente. Este modo de funcionamiento de la mente promueve un estado de confusión y ansiedad que nos impide tomar conciencia de la experiencia que está emergiendo en el presente.
La práctica de Mindfulness permite crear un espacio entre nosotros y nuestros pensamientos y emociones, permitiendo no reaccionar impulsivamente ante ellos sino responder de forma consciente.
Con la práctica de Mindfulness se consigue un estado de no-identificación con los pensamientos y las emociones que se producen en la mente, permitiendo contemplarlos como simples procesos mentales que surgen y desaparecen. La capacidad de observar los pensamientos y las emociones como tal en lugar de considerarlos como una realidad absoluta, permite responder con libertad en lugar de ser prisionero como cuando funcionamos en piloto automático. Es de este modo como desarrollamos una ‘conciencia observadora y experiencial’ en vez de un ‘yo autobiográfico’.
Aprendemos a dejar de luchar y resistirnos a lo que emerge en cada momento, ya sea interno (pensamientos, emociones o sensaciones) o externo (situaciones, sonidos..).
El desarrollo de la aceptación de lo que sucede momento a momento tal y como es, hace posible que nos relacionemos con las situaciones internas y externas con mayor amabilidad, claridad, flexibilidad y libertad, proporcionándonos el acceso a un mayor bienestar.